Una de las actividades frecuentes que hacía la secta es que iban algunos recorriendo las tiendas, bajos y locales de las calles, metiéndose en ellos para trabar relaciones con la gente. En una ocasión, se metieron en una tienda y mientras las encargadas sonreían un hombre que estaba allí estuvo hablando de que en Barcelona habían tirado a la basura un niño. Una de las chicas de la secta le dijo al hombre que había que quererse. El hombre respondió que tenía un chalet al que se iba cuando podía. ¿Me quiero o no me quiero?, respondió.
Cuando salimos de la tienda, la chica del teléfono dijo para sí: tú sí que vas a cambiar mucho.
Continuará.