Quedé también en Murcia capital con un chico joven que era psiquiatra y que siempre se refería a sus “loquitos”. Antes de venir a mi piso, quedamos en una mesa de la calle y me dijo que yo era impaciente. No sé a qué se refería. Pensaría que me gustaba demasiado el sexo, lo cual demuestra que no conocía o no quería saber que yo había salido de la tortura inquisitorial materna y de la fimosis, pero sólo de la putilla de mi mamá, en estado de shock, y que de lo único que trataba era de salir adelante. Estos psiquiatras sabihondos…La verdad es que voy a acabar pensando, como me dijo una vez una chica lesbiana activista, que era una mujer estupenda, que a la ciencia la dirige la Iglesia.