Artículo 5. Si hubiera sido oportuno que Dios se encarnase al principio del mundo.
San Pablo explica que nosotros somos carne muerta en vida y que nos reanima Dios con su amor a través de Cristo.
Dios y los pecadores que se humillan, renunciando pues a la soberbia, forman una perfecta y muy digna asociación amorosa que libera al hombre, según Santo Tomás.
Antes de eso, siguiendo a San Pablo, los pecadores soberbios eran animales. Sin embargo, San Agustín observa que la encarnación de Cristo tuvo lugar en una época y condiciones en que había bastantes menos animales, y bastantes más personas dispuestas a creer en él. Y añade que hasta los animales pecadores hubiesen querido también creer en el amor de Dios si se les hubiese dado la oportunidad. Qué infinita soberbia la de Dios.